Generalmente, tod@s l@s niñ@s buscan la aprobación de sus figuras de apego, las personas más significativas para ell@s. Por ejemplo, cuando les elogiamos por atarse los zapatos sol@s, o recoger sus juguetes, obtienen el mensaje de que eso está bien y que su conducta es aceptable. Pero el lenguaje de la autoestima hace mucho más que comunicar la aprobación, aprenden a reconocer que lo que hacen tiene un valor importante y a sentirse orgullos@s, aprenden a elogiarse a si mism@s, desarrollando su sentimiento de autoeficacia al valorar sus propios esfuerzos y capacidades.
Si queremos halagar a nuestr@s hij@s a la vez que potenciamos su autoestima, podemos seguir estas recomendaciones:
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- Hacer una descripción de la conducta: cuando un/a niñ@ emite un comportamiento, éste debe ser interpretado sin entrar a juzgar su personalidad. Es importante distinguir entre la valía personal y la conducta. Muchas veces caemos en el error de etiquetarl@s (“este niño es muy malo”, “esta niña es hiperactiva, no puedo con ella”). L@s niñ@s no son mal@s aunque a lo largo del día se comporten mal, tampoco son buen@s porque hagan cosas para serlo (como compartir sus juguetes). Lo que es apropiado o no, es el comportamiento determinado, no ell@s en su totalidad como personas. Describir las conductas tal y como son (lo que hemos visto y oído de lo sucedido) nos ayudará a actuar sobre los problemas de manera objetiva y dando una solución rápida sin infravalorarles y sin etiquetarl@s.
- Cuidar nuestra reacción ante su conducta. A l@s niñ@s les resulta más fácil moverse en el mundo, predecir lo que va a ocurrir si hacen esto o lo otro, cuándo saben que las personas de su entorno van a reaccionar de una manera determinada. De ahí, la importancia de ser coherentes y de hacerles entender los motivos por los que queremos que haga una determinada cosa o porqué hemos reaccionado de una manera ante un comportamiento que haya realizado.
- Reconocer sus sentimientos.. El lenguaje de la autoestima valida la experiencia de nuestr@s hij@s, que pueden sentirse de “cualquier modo” aunque no les dejemos comportarse de cualquier forma. Por ejemplo, pueden experimentar sentimientos negativos, como la rabia o la frustración, lo que resulta totalmente aceptable, para que ell@s aprendan a aceptar que es normal sentir este tipo de emociones. Ahora bien, ese sentimiento no justifica que se ponga a dar patadas a las cosas, eso es inaceptable. Acepto el sentimiento, no el comportamiento, son dos cosas diferentes.
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Vamos a ver un ejemplo de cómo elogiar teniendo en cuenta los tres componentes explicados:
Marta hace un dibujo en la escuela y llega a casa emocionada a enseñárselo a su padre.
Padre: ¡has hecho un dibujo¡ ¡qué bien¡
Pero Marta no sabe que es lo que realmente le gusta de su dibujo, y, como consecuencia, no puede decirse a sí misma que es lo mejor de su pintura.
Si usamos el lenguaje de la autoestima:
Padre: ¡Has hecho un gran dibujo ¡veo una casa enorme con una señora vestida de verde y un bonito jardín (descripción), me encantan los colores de las flores y las tejas coloreadas (reacción). Te debe de haber costado mucho trabajo hacerlo tan bien y sin salirte (reconocimiento).
Si somos generos@s y sincer@s con el elogio, les ayudaremos a verse de una forma más positiva. Esto no quiere decir que caigamos en el elogio excesivo (que puede incomodarles y confundirles sobre cuándo hacen algo bien) o ambivalente, recordando los fracasos que ha tenido con anterioridad (“Te has tomado el desayuno sólo, ya era hora, que todos los días nos dan las uvas”).
#autoestima #educacion