¿Qué podemos hacer si trabajamos con altos niveles de estrés derivadas de la intervención social, sanitaria, educativa…? Pautas de actuación
Las profesionales que trabajan en contacto permanente con el sufrimiento humano, que implica tener que responder a demandas constantes, escuchar contenidos impactantes a nivel emocional y/o ser testigo de la violencia, sufren una serie de repercusiones negativas tanto a nivel personal como laboral. La mayoría de las personas que se dedican a estos ámbitos son mujeres sometidas a un desgaste continuo, lo que, asociado a los niveles de exigencia y la necesidad de cumplir con los mandatos de género impuestos, que se reflejan en la dificultad que tienen para parar y dedicarse tiempos y espacios, conlleva la aparición de una serie de secuelas emocionales, malestares e incluso somatizaciones.
Llevamos años impartiendo cursos de autocuidado para estas profesionales y sabemos que es necesario crear un espacio y un tiempo estructurado para poder reflexionar sobre nuestra propia práctica, aprender herramientas de autocuidado que nos permitan gestionar los efectos negativos del trabajo diario, mejorar la salud, potenciar nuestros recursos de resiliencia y la calidad de los servicios ofrecidos.
También llevamos años en consulta atendiendo a psicólogas, profesionales sanitarias, policías, trabajadoras, integradoras y educadoras sociales ,profesoras, en definitiva, cuidadoras de todo de tipo… trabajando con un encuadre construido desde la sororidad, el empoderamiento y el enfoque de género para que podamos, libremente, pensar, sentir y expresar nuestras demandas, dolores y desgastes para que puedan ser atendidos.
Si os encontráis en este grupo de mujeres, nuestra recomendación es que os permitáis ese espacio y ese tiempo para iniciar un proceso terapéutico donde podáis colocaros, tal vez por primera vez, en el centro de vuestras propias vidas. Para las que ahora no puedan, os dejamos una serie de recomendaciones que seguro os ayudarán:
1.Parar y respirar, conectar con vosotras y reflexionar sobre cuáles son las consecuencias que vuestro trabajado de ayuda tiene en vosotras.
2. Identificar los factores de riesgo a los que estáis expuestas en vuestro trabajo para poder eliminarlos, reducirlos o aprender a gestionarlos. Algunos de estos factores son:
-
Contacto constante con situaciones estresantes.
-
Realizar intervenciones urgentes y de crisis.
-
Sobrecarga laboral y emocional.
-
Carencia de recursos humanos y materiales.
-
Falta de formación, entrenamiento y supervisión.
-
Ingresos económicos no proporcionados.
-
Falta de equipo de contención emocional eficiente y específico.
-
Ser testigo de violencia.
-
Condiciones vitales estresantes.
3. Detectar posibles señales de alerta como:
-
Sentimientos de angustia por las decisiones tomadas.
-
Impotencia, impaciencia, frustración…
-
Escucha no activa, distanciamiento.
-
Deterioro en el rendimiento laboral.
-
Síndromes profesionales (burnout, fatiga por compasión…)
-
Afectación negativa relaciones personales.
4. Aprender gestionar las emociones. Reconocer los puntos fuertes y vulnerables de cada una.
5. Pedir ayuda y crear sistema de apoyo, una red que nos sostenga en la que poder delegar y descansar.
6. Estar conectada conmigo, conocer mis necesidades, escucharme y atenderme.
7.Ajustar expectativas y exigencias sobre nuestras funciones. Fijarse objetivos reales y posibles.
10.Aceptar que no se puede resolver todas las situaciones que se plantean, ponerse límites.
11. Fomentar un buen ambiente de trabajo, reuniones de equipo y revisión de casos.
12.Desconexión y distanciamiento mental del trabajo fuera del horario laboral.
13. Realizar actividades gratificantes, para el cuerpo y la mente.
Esperamos que estas indicaciones os resulten de utilidad, sin olvidar la más importante, haz terapia con nosotras.
¿Qué podemos hacer si trabajamos con altos niveles de estrés derivadas de la intervención social, sanitaria, educativa…? Pautas de actuación
Las profesionales que trabajan en contacto permanente con el sufrimiento humano, que implica tener que responder a demandas constantes, escuchar contenidos impactantes a nivel emocional y/o ser testigo de la violencia, sufre, una serie de repercusiones negativas tanto a nivel personal como laboral. La mayoría de las personas que se dedican a estos ámbitos son mujeres, que tienen un desgaste continuo, lo que, asociado a los niveles de exigencia y la necesidad de cumplir con los mandatos de género impuestos, que se reflejan en la dificultad que tienen para parar y dedicarse tiempos y espacios, conlleva la aparición de una serie de secuelas emocionales, malestares e incluso somatizaciones.
Llevamos años impartiendo cursos de autocuidado para estas profesionales, y es que, sabemos, que es necesario crear un espacio y un tiempo estructurado para poder reflexionar sobre nuestra propia práctica, aprender herramientas de autocuidado que nos permitan gestionar los efectos negativos del trabajo diario, mejorar la salud, potenciar nuestros recursos de resiliencia y la calidad de los servicios ofrecidos. Y llevamos años en consulta atendiendo a psicólogas, profesionales sanitarias, policías, trabajadoras, integradoras y educadoras sociales ,profesoras, en definitiva, cuidadoras de todo de tipo… trabajando con un encuadre construido desde la sororidad, el empoderamiento y el enfoque de género para que podamos, libremente, pensar, sentir y expresar nuestras demandas, dolores y desgastes para que puedan ser atendidos.
Si os encontráis en este grupo de mujeres, nuestra recomendación es que os permitáis ese espacio y ese tiempo para iniciar un proceso terapéutico donde podáis colocaros, tal vez por primera vez, en el centro de vuestras propias vidas. Para las que ahora no puedan, os dejamos una serie de recomendaciones que seguro os ayudarán:
1.Parar y respirar, conectar con vosotras y reflexionar sobre cuáles son las consecuencias que vuestro trabajado de ayuda tiene en vosotras.
2. Identificar los factores de riesgo a los que estáis expuestas en vuestro trabajo para poder eliminarlos, reducirlos o aprender a gestionarlos. Algunos de estos factores son:
-
Contacto constante con situaciones estresantes.
-
Realizar intervenciones urgentes y de crisis.
-
Sobrecarga laboral y emocional.
-
Carencia de recursos humanos y materiales.
-
Falta de formación, entrenamiento y supervisión.
-
Ingresos económicos no proporcionados.
-
Falta de equipo de contención emocional eficiente y específico.
-
Ser testigo de violencia.
-
Condiciones vitales estresantes.
3. Detectar posibles señales de alerta como:
-
Sentimientos de angustia por las decisiones tomadas.
-
Impotencia, impaciencia, frustración…
-
Escucha no activa, distanciamiento.
-
Deterioro en el rendimiento laboral.
-
Síndromes profesionales (burnout, factiga por compasión…)
-
Afectación negativa relaciones personales.
4. Aprender gestionar las emociones. Reconocer los puntos fuertes y vulnerables de cada una.
5. Pedir ayuda y crear sistema de apoyo, una red que nos sostenga, y delegar.
6. Estar conectada conmigo, conocer mis necesidades, escucharme y atenderme.
7.Ajustar expectativas y exigencias sobre nuestras funciones. Fijarse objetivos reales y posibles.
10.Aceptar que no se puede resolver todas las situaciones que se plantean, ponerse límites.
11. Fomentar un buen ambiente de trabajo, reuniones de equipo y revisión de casos.
12.Desconexión y distanciamiento mental del trabajo fuera del horario laboral.
13. Realizar actividades gratificantes, para el cuerpo y la mente.
Esperamos que estas indicaciones os resulten de utilidad, sin olvidar la más importante, haz terapia con nosotras.
- Los/as profesionales que trabajan en contacto permanente con el sufrimiento humano, que implica tener que responder a demandas constantes, escuchar contenidos impactantes a nivel emocional y/o ser testigo de la violencia, sufre, una serie de repercusiones negativas tanto a nivel personal como laboral. La mayoría de las personas que se dedican a estos ámbitos son mujeres, que tienen un desgaste continuo, lo que, asociado a los niveles de exigencia y la necesidad de cumplir con los mandatos de género impuestos, que se reflejan en la dificultad que tienen para parar y dedicarse tiempos y espacios, conlleva la aparición de una serie de secuelas emocionales, malestares e incluso somatizaciones.
Llevamos años impartiendo cursos de autocuidado para estas profesionales, y es que, sabemos, que es necesario crear un espacio y un tiempo estructurado para poder reflexionar sobre nuestra propia práctica, aprender herramientas de autocuidado que nos permitan gestionar los efectos negativos del trabajo diario, mejorar la salud, potenciar nuestros recursos de resiliencia y la calidad de los servicios ofrecidos. Y llevamos años en consulta atendiendo a psicólogas, profesionales sanitarias, policías, trabajadoras, integradoras y educadoras sociales ,profesoras, en definitiva, cuidadoras de todo de tipo… trabajando con un encuadre construido desde la sororidad, el empoderamiento y el enfoque de género para que podamos, libremente, pensar, sentir y expresar nuestras demandas, dolores y desgastes para que puedan ser atendidos.
Si os encontráis en este grupo de mujeres, nuestra recomendación es que os permitáis ese espacio y ese tiempo para iniciar un proceso terapéutico donde podáis colocaros, tal vez por primera vez, en el centro de vuestras propias vidas. Para las que ahora no puedan, os dejamos una serie de recomendaciones que seguro os ayudarán:
1.Parar y respirar, conectar con vosotras y reflexionar sobre cuáles son las consecuencias que vuestro trabajado de ayuda tiene en vosotras.
2. Identificar los factores de riesgo a los que estáis expuestas en vuestro trabajo para poder eliminarlos, reducirlos o aprender a gestionarlos. Algunos de estos factores son:
-
- Contacto constante con situaciones estresantes.
-
- Realizar intervenciones urgentes y de crisis.
-
- Sobrecarga laboral y emocional.
-
- Carencia de recursos humanos y materiales.
-
- Falta de formación, entrenamiento y supervisión.
-
- Ingresos económicos no proporcionados.
-
- Falta de equipo de contención emocional eficiente y específico.
-
- Ser testigo de violencia.
-
- Condiciones vitales estresantes.
3. Detectar posibles señales de alerta como:
-
- Sentimientos de angustia por las decisiones tomadas.
- Impotencia, impaciencia, frustración…
-
Escucha no activa, distanciamiento.
-
Deterioro en el rendimiento laboral.
-
Síndromes profesionales (burnout, factiga por compasión…)
-
Afectación negativa relaciones personales.
4. Aprender gestionar las emociones. Reconocer los puntos fuertes y vulnerables de cada una.
5. Pedir ayuda y crear sistema de apoyo, una red que nos sostenga, y delegar.
6. Estar conectada conmigo, conocer mis necesidades, escucharme y atenderme.
7.Ajustar expectativas y exigencias sobre nuestras funciones. Fijarse objetivos reales y posibles.
10.Aceptar que no se puede resolver todas las situaciones que se plantean, ponerse límites.
11. Fomentar un buen ambiente de trabajo, reuniones de equipo y revisión de casos.
12.Desconexión y distanciamiento mental del trabajo fuera del horario laboral.
13. Realizar actividades gratificantes, para el cuerpo y la mente.
Esperamos que estas indicaciones os resulten de utilidad, sin olvidar la más importante, haz terapia con nosotras.