Cómo acompañar durante la adolescencia

La OMS define la adolescencia como el periodo de crecimiento y desarrollo humano que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta, entre los 10 y los 19 años. La adolescencia es la edad del cambio, una de las etapas de transición más importantes en nuestro desarrollo y en la más cambios se producen exceptuando los generados durante los primeros años de vida.

Por todo ello, es un periodo fundamental en el que chicas y chicos se debaten entre la pérdida de su infancia y la búsqueda de la adultez, tratando de adaptarse y ser aceptados/as en una sociedad dinámica, constantemente bombardeada por una gran cantidad de información, en la que les exige mucho.  

A lo largo de esta etapa van elaborando diferentes duelos en los que asumen la pérdida de su niñez, del rol infantil dependiente, el cuerpo y la identidad que tenían hasta ahora, hasta que se culmina el proceso de individuación y separación del vínculo simbiótico con su familia. Esta preparación hacia la edad adulta está repleta de cambios pero, sobre todo, de nuevas experiencias de gran riqueza para el aprendizaje que, muchas veces, desestabilizan a un/a adolescente que está trabajando en su autoconocimiento y sometido/a a una gran presión para ser aceptado/a en una sociedad exigente en la que imperan diferentes mandatos y expectativas a las que quieren ajustarse.

En este complejo periodo, si bien los cambios físicos son más visibles, los cambios emocionales no son menos importantes, de hecho, les resultan abrumadores, pero no se les presta tanta atención por parte de los adultos y esto lleva a los/as adolescentes a experimentar un profundo sentimiento de incomprensión.

Algunos de estos cambios son la sensación de invulnerabilidad e invencibilidad, los/as adolescentes exploran los límites y los tientan, muchas veces exponiéndose a situaciones de riesgo porque no tienen conciencia del peligro ni de irreversibilidad de las consecuencias.

Son egocéntricos/as, sienten que son el centro de atención porque  necesitan conocerse a sí mismos/as, no hay nada más importante que ellos/as, se sienten seres únicos y especiales, lo que les lleva a sentirse observados/as continuamente y esto potencia unas emociones de vergüenza y miedo a hacer el ridículo que también influyen en su comportamiento, y, por tanto, en la manera en que establecen sus relaciones afectivas y sexuales. Se ha llegado incluso a hablar del narcisismo adolescente, debido a la gran cantidad de tiempo y recursos que muchos adolescentes dedican a su apariencia física y a mirarse al espejo. A causa de los cambios físicos que están experimentando, una gran cantidad de jóvenes experimenta una fuerte sensación de inseguridad, que llega incluso a teñirse de angustia, cuando no alcanzan el idea de belleza vigente en nuestra sociedad, que impone unos cánones de belleza irreales (especialmente a las mujeres) y que nos afecta negativamente a lo largo de nuestra vida, pero, especialmente en esta etapa en la que la aceptación de los demás es una de nuestras principales metas.

La confusión que experimentan les lleva a buscar apoyo en su grupo de iguales, las amistades, en el que se sienten comprendidos/as y adquieren confianza. No obstante, es muy frecuente la presencia de sentimientos contradictorios, ya que, por un lado tienen la necesidad de conseguir autonomía y poder seguir su propio criterio, y, por otro, necesitan sentir el apoyo de un entorno familiar que los proteja.

Suelen creer que son mayores y que saben mucho de la vida, experimentan legitimación para elegir sus opciones vitales y decidir sobre sí mismos/as. Se obligan a ser diferentes y se rebelan contra el orden establecido, las normas y expectativas impuestas, que son vividas como potentes limitadores de su libertad e individualidad.

Toda esta discordancia se manifiesta en conductas de rebeldía hacia el mundo adulto, que en realidad, no son más que formas de expresar que están formando su propia personalidad, reconociendo su individualidad y trabajando para adueñarse de su toma de decisiones. Muchas veces, esta actitud desafiante y oposicionista parece carente de argumentos, pero necesitan demostrar que ya no son los/as de antes, que no todo les vale, que no aceptan las imposiciones sin más, todo ello para poder encontrar su nueva identidad.

Con el paso del tiempo, a medida que vayan aumentando la sensación de confianza y seguridad en sí mismos/as, este oposicionismo se suavizará e irá perdiendo radicalidad porque no tendrán esa constante necesidad de separación e individuación que les lleva a enfrentarse con todo.

Acompañar la adolescencia no es tarea fácil, pero recuerda que en nuestro centro contamos con psicólogas expertas en la intervención con adolescentes y sus familias.

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