La pandemia del coronavirus está provocando gran preocupación y malestar emocional entre la población tanto por la incertidumbre que genera el rápido contagio de este virus, como por la situación de confinamiento en la que nos encontramos.
El miedo, el enfado, la tristeza y la confusión son emociones que están siendo experimentadas por gran cantidad de personas durante esta emergencia sanitaria.
Por eso desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) y desde distintos colegios oficiales de Psicología se están publicando recomendaciones para la gestión psicológica del estado de alerta por coronavirus.
Como profesional de la psicología quiero compartir con vosotras/os estas nociones básicas que nos pueden ayudar a realizar un afrontamiento más adecuado de la situación.
1. INFORMACIÓN:
Es fundamental que la información y los datos a los que accedemos sean fiables, para ello vamos a obtenerla de medios oficiales y científicos y evitar la que no provenga de estas fuentes.
Cuando hablemos con menores es importante no mentirles y darles explicaciones adaptadas a su nivel de madurez y comprensión.
Es recomendable evitar la sobreinformación, imágenes alarmistas y estar permanentemente conectados, ya que no nos va a hacer estar mejor informados y puede aumentar nuestra sensación de riesgo y nerviosismo innecesariamente.
2. RECONOCER, ACEPTAR Y EXPRESAR LAS EMOCIONES:
Es normal, es humano, estar preocupado y como tal es beneficioso reconocerlo, aceptarlo y compartirlo. Podemos hablar con las personas más cercanas para encontrar la ayuda y el apoyo que necesita. Podemos llorar y desahogarnos, escribir, meditar, cualquier actividad que nos ayude.
El miedo es una emoción legítima en casos como este, pero si lo alimentamos termina por adueñarse de nosotros, puede bloquearnos o hacer que nos comportemos de forma impulsiva.
En caso de sufrir un ataque de pánico, tenemos que pararnos y bajar la activación fisiológica porque en estado de alerta no podemos pensar con claridad, hay que respirar profundamente durante unos minutos y centrar nuestra atención en la respiración, no pensar en nada más.
3. MANEJAR PENSAMIENTOS INTRUSIVOS:
Pensar constantemente en la enfermedad puede hacer que aparezcan o se acentúen aún más síntomas que incrementen el malestar emocional. Evitemos hablar permanentemente del tema. Si no podemos sacárnoslo de la cabeza podemos centrar nuestra atención en una actividad que requiera que estemos concentrados.
Vamos a ayudar a nuestro entorno a mantener la calma y a tener un pensamiento adaptativo a cada situación, no caer en el catastrofismo y ponernos en lo peor, anticiparnos en negativo no sirve para nada.
4. ASUMIR QUE NUESTRO PAPEL ES ESENCIAL:
Estamos oyendo como se hace una serie llamada a la responsabilidad individual que tenemos como ciudadanía. Asumir las medidas con serenidad, sin alarmismos pero con respeto, tomándonoslo en serio, por nuestra propia salud y por la de los demás.
Esto ayudará a sentirnos útiles y reforzar nuestra conciencia social, no es que una persona pueda temer o no al contagio, es que es persona no va a viajar, ni ir a un concierto, se va a lavar las manos no sólo por ella, sino por otras, que son mayores, están enfermas o pueden llegar estarlo.
5. ACTITUD OPTIMISTA Y OBJETIVA.
Pensar en otras situaciones difíciles de las que hemos salido con éxito, tanto a nivel individual como social, recordar que contamos con recursos y capacidades que nos ayudarán a salir adelante.
Cumplir con las medidas y hábitos adecuados y de higiene y prevención recomendadas nos ayudará a sentirnos mejor.
Fijarnos en lo positivo, en las redes informales de cuidado, en la generosidad que algunas personas están demostrando, en que mucha gente se está curando… Y por supuesto, no olvidarnos de utilizar el sentido del humor que es un ingrediente clave de la resiliencia (capacidad para afrontar situaciones adversas y salir fortalecidos).
Como comentaba al inicio de este post, el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid ha publicado un decálogo de recomendaciones que podéis consultar en este enlace.